Si tuviéramos la capacidad de hacer una estadística, podemos afirmar que, en el Centro de Hipnoterapia y Bienestar, los temas de consulta que más recibimos son por ansiedad, estrés y codependencia. La codependencia genera relaciones tóxicas. Y este tema es el que hoy traemos con el objetivo de invitar a una reflexión interna.

Pues, cuando escuchamos las palabras “Relaciones Tóxicas” inmediatamente la mente va hacia nuestro contexto. También pensamos que se refiere a una persona, en la mayoría de los casos. Sin embargo, la realidad nos indica que, primero, esas relaciones tóxicas empiezan con uno mismo. 

En esta nota de blog, vamos a reflexionar un poco de todo esto, esas relaciones tóxicas que nos competen, esas situaciones que nos hacen mal y no podemos salir, y cuál es la mejor manera de vivir.

¿Qué son las relaciones tóxicas? 

Se considera una RELACIÓN TÓXICA a aquel vínculo que estamos teniendo que nos contamina y no podemos salir. Causa daño, sufrimiento pero somos incapaces de poder encontrar esa puerta abierta para poder atravesar. En consecuencia, tiene como resultado un círculo vicioso, con una retroalimentación negativa. 

Hemos escuchado de distintas personas, cientos de veces, que “la mala junta te llevan por mal camino”, pues sí, efectivamente, estos tipos de vínculos tóxicos pueden darse en distintos ámbitos, de amistad, de pareja, familiar. 

Sin embargo, solemos considerar en un baja proporción, esa “mala junta” que tenemos con nosotros mismos. Sí. La relación tóxica que vemos hacia afuera, empieza con nosotros mismos. 

Por esta razón, resulta indispensable preguntarnos ¿qué tipo de relación tenemos con nosotros mismos? ¿qué tipo de relación tenemos con….

🔹 nuestros sueños más profundos

🔹 la comida

🔹 el trabajo

🔹 el tabaco

🔹 el alcohol

🔹 las drogas

🔹 ¿?

Y aquí también, cuando hablamos de relaciones tóxicas con otras personas, necesitamos hacer hincapié no solo con nuestros pares (amigos, pareja, familia, compañeros de trabajo), sino la que resulta de los vínculos lineales, o generacionales, hacia arriba y hacia abajo, de padres a hijos, con nuestros padres/madres y con nuestros hijos/hijas. 

Por esta razón, sumamos una nuevo ítem:

🔹 otros seres vivos, sean, mamá, papá, hijo, hija, amigos, mascotas, la naturaleza, compañeros de trabajo, la pareja, un jefe, un empleado, un tío, una prima, abuelo, abuela, nieto, nieta, etc. 

Y quizá te puedes preguntar, ¿cómo es eso de tener una relación tóxica con mis sueños más profundos? porque si lo veo claro cuando hablamos de la comida, ya que me gusta sólo la carne, y la verdura me parece asquerosa, con el tabaco también porque fumo un atado de cigarrillos por día y se que me hace daño, con las drogas también porque bueno…fumo en forma “recreativa” de vez en cuando….¿pero mis sueños? no lo veo tan claro” . Por esta razón, para dar un poco más de claridad, podemos traer el ejemplo cuando queremos hacer algo que deseamos y nos saboteamos. Es el típico boicot, o mejor dicho, autoboicot. Nos ponemos impedimentos o excusas o justificaciones asociadas a los miedos y creencias limitantes. 

Por ejemplo: 

  • Me propongo bajar de peso pero termino con atracones o comiendo de manera poco saludable. 
  • Deseo aprobar unos exámenes pero procrastino y me distraigo en lugar de estudiar. Y claro, luego no me presento al exámen porque no estudié nada y voy a desaprobar.
  • No estudio una carrera que me encanta porque mi papá dice que me veo mejor en la Licenciatura en Economía y además ganaré más dinero.

De esta manera, nos convertimos en rehenes de nuestros propios pensamientos e inacciones.

De allí que es bien importante prestar atención a esas cosas que pensamos, qué nos decimos o qué hacemos. Ser observadores de nosotros mismos. 

Una relación tóxica está asociada a un problema de salud mental más profundo que es la codependencia.

Es importante identificar cuándo tenemos un patrón de codependencia en nuestras relaciones, y nos referimos a las relaciones en general, pues, si hoy tenemos uno, probablemente viene de una relación anterior donde hemos participado de ese patrón de codependencia. Pues, vamos creando esos hábitos y esas memorias, y la vamos repitiendo, porque así entendemos que deben ser las relaciones.

Cómo identificar los patrones de codependencia.

Básicamente, uno es codependiente cuando la norma la dicta otro, alguien o algo exterior a nosotros. Como consecuencia, dejamos de ser quienes somos, o dejamos de hacer lo que deseamos.

Si nos ponemos en la vereda de enfrente, sucede también cuando estamos dictando las normas para otro.

Y ser codependiente tiene que ver con nosotros mismos, directamente. La responsabilidad es de nosotros a través de nuestra fortaleza emocional. Pero en ese proceso, vamos enredando a la gente que me rodea; enredando las relaciones. 

En esta sociedad, y es la construcción social o ideas que venimos “heredando” por generaciones, estamos bien acostumbrados a crear relaciones de codependencia, donde nosotros esperamos del otro, que “el otro se comporte de la manera que yo quiero”. Y, si no sucede eso, llevamos a la persona a que sí lo haga, utilizando ciertos instrumentos inconscientes como las manipulaciones, el chantaje, el engaño o la mentira, propiciando el miedo. Porque nosotros pensamos que, si el otro no hace lo que para nosotros es importante, es bueno para mi, lo necesitamos “forzar”.

¿Cuáles son esas señales que marcan cuándo una relación es tóxica? 

Las relaciones de codependencia son tóxicas. Porque lo único que crea en las relaciones son cárceles. Y crea situaciones bien difíciles donde perdemos nuestra libertad, nuestra valía propia, nuestro autoamor, porque es ahí donde empezamos a dejar de hacer las cosas que nos gustan para conformar al otro, o lo que el otro entiende que es mejor para nosotros.

A continuación, te ofrecemos una serie de ejemplos que describen esas señales de las cuales tenemos que estar alertas. Son banderitas rojas que asociamos directamente con la pareja, pero que podemos vincular con otras personas u otro tipo de relaciones en general, como describimos más arriba.

  • Pensamos que podemos cambiar a esa persona. 

Este es el caso cuando le decimos a la otra persona que cambie, o le decimos lo que tiene que hacer o lo que debe hacer para ser mejor. 

Tenemos la esperanza que esa persona pueda cambiar ese comportamiento que no nos gusta para estar bien con nosotros, para complacernos. Y le pedimos que lo cambie. Por ejemplo, fuma y yo odio el cigarrillo. ¿Cómo podemos compatibilizar? “Así es imposible estar juntos” . 

Los seres humanos somos seres individuales, tenemos gustos y preferencias distintas. Y el hecho que nos unamos en, por ejemplo, una relación de pareja, no quiere decir que “tengamos que ser como mi pareja”.  Si lo hacemos, estás entrando en codependencia y nos estamos traicionando a nosotros mismos. Porque esos patrones de conducta no necesariamente son buenos para nosotros y no nos representan, o no es lo que queremos. Con esto no necesariamente uno tiene que dejar de fumar, o el otro empezar a fumar, eso quizá está claro.

Una clave para transformar esta situación podría ser en realidad “aceptar y amar las diferencias”. Aprendimos que las diferencias son malas, hay competencia, enemigos, grietas por diferencias políticas, religiosas, etc. Cuando perfectamente las diferencias pueden ser buenas, compatibles.

 

Y en tal caso, si la otra persona fuma, acordar los límites de hasta dónde SÍ, hasta dónde NO. Por ejemplo: usar algún gel de manos, fumar afuera, usar productos mentolados para reducir el aliento. Y en tal caso también preguntarse ¿Por qué odio el cigarrillo? ¿Qué hay detrás? 

  • Cuando empezamos a señalar sus faltas.

Viene asociado al anterior, porque tenemos la esperanza que, al señalar las cosas que hace mal, que no tiene, lo que consideramos que es algo negativo o sus “errores” , esa persona se convertirá en lo que nosotros esperamos.  

Si no amamos a la persona tal cómo es, entonces ¿de quién nos enamoramos? Cada ser es único, con sus virtudes y con sus vulnerabilidades, y justamente está en potenciar las virtudes y acompañar las vulnerabilidades. No intentar cambiarlas a gusto de nosotros.

  • Pensamos que somos “los salvadores”.

Con esta creencia, nos inclinamos a cargarnos los problemas de esa persona.

Como decimos popularmente, nos tiramos los problemas de otros porque pensamos que ellos no pueden sólos, que necesitan nuestra ayuda e intentamos “salvar su vida”. 

Por lo general encontramos situaciones en lo que se refiere a lo económico, lo emocional o cuestiones de salud. Por ejemplo: pagamos sus deudas, o llámanos por teléfono al médico para sacar una cita porque le duele el estómago hace dos meses y esa persona no se ocupa por sí misma.

En realidad aquí juega un tema de EGO. ¿Quiénes nos creemos para resolver las situaciones que la otra persona se metió solita, y que nada tiene que ver con nosotros? 

Y encima, si ayudamos, estaremos dando permiso a la otra persona, si las cosas no salen bien. 

¿Acaso no estaríamos subestimando la capacidad de esa persona de resolver por sí mismo el asunto en el cual nosotros ni participamos?. Cómo es el caso cuando entregamos dinero a una persona que pide en la calle. ¿Creemos que ellos no pueden y nosotros sí? ¿Será que ellos no son capaces de mejorar su situación? Es un debate que quizá amerita otro post. ¿No te parece?

Cada persona tiene la oportunidad de desarrollar responsabilidad por sus actos y por su vida. La mejor forma de acompañar en esas situaciones es con un abrazo, o enviando luz.

  • Cuando sentimos que sin esa persona (o eso que dependemos) no podemos estar.

Aquí se pueden plantear muchos ejemplos, dos extremos y una escala de grises. A un lado de ese extremo podemos encontrar en que nuestro bienestar depende del llamado de teléfono de esa persona, por eso “necesito que me llame todos los dias” “necesito verlo todos los días” , y en el otro extremo, podemos pensar en esos mensajes “sin tí, me mato”. 

En esa escala de grises sucede cuando creemos que esa persona es necesaria en mi vida, que la necesitamos siempre con nosotros, hasta para salir a comer a algún lado, ir a las tiendas, viajar, ir al cine, etc. Y dejamos de hacer actividades solos.

Asimismo creemos que necesitamos a esa persona para ser felices. Cuando nuestra felicidad depende del otro, y ponemos en las manos del otro nuestra felicidad, y si el otro no está bien, nosotros tampoco. Y si nosotros no estamos bien, es por culpa del otro.

También podemos plantear esta misma simbiosis en la relación con el tabaco, o con el alcohol. Y escuchamos frases por ejemplo: “si no fumo me pongo nervioso”, s”i no fumo, como mas”, “sin alcohol no soy yo”.

  • Cuando necesitamos la opinión de esa persona para saber qué hacer. 

Acá podemos pensar en una pareja, una madre, un terapeuta, los hijos mismos. Como no podemos o no nos atrevemos a tomar decisiones por nosotros mismos, necesitamos siempre la opinión de una persona ajena para poder decir o hacer algo que es enteramente nuestro. Por ejemplo: me quiero poner un piercing en el labio, ¿Qué te parece?.

Lo mismo la situación inversa, le decimos al otro cómo entendemos que debe actuar para nosotros estar bien, mejor. Por ejemplo: “nooo, no te vayas que la fiesta no terminó” o  “Tienes que ir al psicólogo porque esto no puede seguir así”.

En este caso, existe la codependencia, no la interdependencia. Es decir, no utilizamos la información que sabemos de esas personas, o que me han dado para actuar, sino que les pido que me digan cómo actuar.

  • Cuando necesitamos la aprobación para tomar una decisión. 

En este caso viene de la mano al anterior. Cuando le pedimos opinión, y hay una desaprobación. O, a veces, ni siquiera pedimos opinión, y la recibimos igual.  

En este caso, en un nivel de codependencia mayor, porque dejamos de hacer cosas, o dejamos de ser nosotros mismos porque las otras personas no aprueban nuestros deseos. Pasamos al desinterés de lo que nos gusta o a la inacción por complacer al otro, o por miedo a lo que piense o haga el otro. 

Por ejemplo:

  • No me hago el piercing si mi mamá lo desaprueba.
  • Antes de casarme, yo corría, pero a mi marido le da miedo que me pase algo malo y ya no salgo a correr.
  • Deje de salir con mis amigos porque mi mujer piensa que voy a ser infiel.
  • No puedo irme a vivir al exterior por mis hijos. o porque a mi mamá le daría un infarto.

Lo que sucede en estos casos es que si dejamos de hacer eso que es bien importante para nosotros, estamos dejando de ser quienes somos realmente, dejamos de hacer lo que deseamos, porque la persona me lo pide o porque no lo va a recibir bien si lo hacemos. 

 

Es una relación de codependencia.

En estos casos, regalamos nuestra vida a otra persona. ¿Qué vida estamos viviendo? ¿Estamos haciendo la vida que queremos? 

Consecuencias de las relaciones tóxicas

Como vimos, cada decisión que tomamos por el otro, o cada cosa que permitimos que el otro nos afecte, o cuando dejamos de hacer o sobrehacemos por el otro, estaremos cayendo en un patrón de codependencia. Y es ahí donde vienen las situaciones de problemas. Fricciones, peleas, amargura. 

 

Inmediatamente después, esas relaciones tóxicas se trasladan a sensaciones corporales. No es bueno para nuestra salud ni para la del otro. Por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de espalda, pesadez, baja de energía, mal humor cuando estamos en nuestra propia casa. En una pareja se traslada a no tener deseos de salir juntos, conversar, tener relaciones sexuales.

 

Con los años, pueden aparecer enfermedades y problemas de salud mental. La ansiedad y la depresión son ejemplos de ello. 

 

Cuanto antes veamos este tipo de conductas y podamos romper con ellas, mejor, porque sino luego es más difícil. Entramos en un círculo de dependencia donde hasta nos sentiremos culpables de no hacer lo que el otro desea, o nos enojaremos, asumiendo el rol de víctimas, culpando y haciendo responsable al otro lo que nosotros no pudimos hacer, no pudimos hacernos cargo. Ejemplo: “es un vicio el cigarrillo, no puedo dejarlo”, culpando al cigarrillo que es un vicio cuando no nos hacemos responsables del vínculo que nosotros creamos. 

 

La vida de cada uno es responsable uno mismo. El otro no tiene la responsabilidad, y menos un agente externo. Desde el momento que dejamos que otro gobierne nuestra vida, le estamos dando el poder, a cambio de nuestro poder interior.

 

Es importante observar, dar un “alto” si vemos que nos estamos involucrados en este tipo de relaciones y retomar nuestro espacio, nuestro autocuidado, retomar nuestro poder, porque sino, estaremos viviendo una vida que no es la nuestra, sino es la de otros, y sus expectativas, sus miedos y sus proyecciones.

 

Siempre es posible cambiar el camino, dar luz a estas situaciones. Es cuestión de estar atentos, identificarlas, y empezar a tener rutinas, disciplina para cambiarlas. 

¿Cómo romper con los patrones de codependencia?

En el Centro, a raíz de las consultas y de la experiencia en estos 10 años, venimos observado que las relaciones de codependencia comienzan en una puja entre el rol vs. lo que somos. 

¿Cómo es esto? El rol viene asociado a lo que la gente quiere que seamos, y el qué somos viene de nuestro SER más profundo, nuestra esencia, lo que realmente vibramos, lo que nos hace bailar nuestra alma y llevamos en la sangre.

Desde el momento en que creamos esos patrones de codependencia, nos estamos negando a quienes somos realmente. Lo importante en estos casos es el autoconocimiento, saber bien quienes somos, qué queremos y qué visión tenemos de nosotros mismos.

Para ir rompiendo o limpiando esos patrones de codependencia es importante observarnos. Observar nuestras conductas y ajustar. 

No se trata ahora de dejar de hacer, por ejemplo, no llamar al médico porque nuestra madre se encuentra mal, sino es observar cuántas veces y en qué circunstancias lo hacemos. Y si observamos que siempre lo hacemos, a esa persona tampoco le hacemos bien. 

En definitiva, es bien fácil, se trata de estar conscientes. Ser conscientes de cada cosa que pensamos pedir a mamá, papá, pareja, hijos. Incluso estando conscientes con las personas con las que nos relacionamos en el trabajo.

 

También es importante meditar, y vivir el momento presente, en vez de ocuparnos en querer cambiar o dominar la vida del otro.

¿Te rodean personas tóxicas? – Aprende a alejarte de ellas.

Cuando una relación resulta incómoda, puede convenir alejarse. La idea de estar pegadas es falsa, porque no abona, no es nutritivo. La invitación es observar los patrones de comportamiento que no son sanos e ir hacia una mejor manera de manejar las cosas.

En este episodio que te dejamos el enlace por aquí, nuestra directora, la Dra. Lymari Díaz, en su canal de Youtube, describe cómo identificar los familiares tóxicos y brinda las estrategias para dejarlos ir y que puedas vivir la vida que te mereces. El objetivo es soltar y empezar a sentirte mejor con ese familiar. 

También compartimos un enlace donde reflexiona acerca de los ambientes tóxicos de trabajo.

Esperamos que toda esta información haya sido de utilidad y te sientas con la libertad de hacernos todas las consultas que necesites. estamos para apoyarte. 

Para tu reflexión:

¿Puedes observar algunas de las conductas de codependencia descriptas? ¿Puedes identificar desde cuándo y si es un factor que se repite? ¿Tienes el valor de ser libre de ella y salir de una manera sana? ¿Has observado que se viene repitiendo en alguna relación familiar que conozcas?

 

 

Un abrazo,

De todo el equipo de @hipnosispr

 

Llámanos si entiendes que podemos apoyarte en el proceso.
📲 Orientación: 787-224-0333